
Ley Que Ningún Niño Se Quede Atrás (NCLB)
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La Ley Que Ningún Niño Se Quede Atrás (NCLB, por sus siglas en inglés) fue una ley federal de educación firmada por el presidente George W. Bush en 2002. Su objetivo era mejorar el rendimiento estudiantil y cerrar la brecha de rendimiento mediante el aumento de la rendición de cuentas de las escuelas. La ley exigía a los estados desarrollar evaluaciones de lectura y matemáticas para los grados 3.º a 8.º y una vez en la escuela secundaria. Los estados establecían sus propios estándares de competencia, pero se esperaba que todos alcanzaran el 100% de competencia para 2014. Las escuelas debían informar el progreso de subgrupos como los estudiantes de inglés y los estudiantes con discapacidades. La NCLB introdujo el concepto de "Progreso Anual Adecuado" (AYP, por sus siglas en inglés), que medía el progreso anual de las escuelas hacia la competencia. Las escuelas que no alcanzaran el AYP se enfrentaban a sanciones, incluyendo traslados de estudiantes y reestructuraciones. La ley también enfatizaba la calidad docente, exigiendo docentes "altamente cualificados". Si bien la NCLB aumentaba la rendición de cuentas, los críticos argumentaban que conducía a la enseñanza orientada a los exámenes y reducía el control estatal sobre la educación. Fue reemplazada por la Ley Cada Estudiante Triunfa en 2015, que dio a los estados más flexibilidad en los estándares educativos y las medidas de responsabilidad.