
Burbuja inmobiliaria en EE. UU. (2007-2008)
Evento económicoSobre
La burbuja inmobiliaria estadounidense de 2007-2008 fue un acontecimiento económico crucial que contribuyó significativamente a la crisis financiera mundial. Fue impulsada por los préstamos subprime, en los que las instituciones financieras otorgaron hipotecas a prestatarios con mal crédito, a menudo con tipos de interés ajustables que aumentaban con el tiempo. Esta práctica se vio agravada por la laxa supervisión regulatoria y la derogación de partes de la Ley Glass-Steagall, lo que permitió a los bancos participar en actividades más arriesgadas, como la banca de inversión[1][3]. La especulación en el mercado inmobiliario también jugó un papel crucial, ya que el aumento de los precios de la vivienda animó a los inversores a comprar y vender propiedades para obtener ganancias a corto plazo[3]. La burbuja estalló cuando los precios de la vivienda comenzaron a bajar en 2006-2007, lo que provocó un fuerte aumento de los impagos y las ejecuciones hipotecarias. Los títulos respaldados por hipotecas (MBS) y las obligaciones de deuda garantizadas (CDO), en los que las instituciones financieras invirtieron fuertemente, perdieron valor rápidamente, lo que provocó una crisis de liquidez y una inestabilidad financiera generalizada[2][5]. El colapso de importantes instituciones financieras como Lehman Brothers en septiembre de 2008 marcó un punto crítico en la crisis, desencadenando una recesión mundial[1][5]. El gobierno estadounidense respondió con medidas como el Programa de Alivio de Activos en Problemas (TARP) para estabilizar el sistema financiero[2].